Por
Luis Robles
Médico y cirujano
Como médico he tenido la
oportunidad de conocer los servicios de salud de Guatemala desde adentro y
experimentar sus carencias, así como sus fortalezas (increíblemente las tiene).
Sin embargo en los últimos días he visto en las noticias nacionales como se desarrolla
una grave crisis hospitalaria, particularmente en el Hospital General San Juan
de Dios, o como lo llamamos los “San Juaneros” de manera pomposa pero afectiva,
“El Santo Hospital”. No es ningún
secreto que el sistema de salud de Guatemala está en ruinas, El Hospital General
San Juan de Dios tiene una deuda con sus proveedores de Q130 millones, la cual
lo tiene sin insumos, situación que obligó
a los médicos a suspender las cirugías electivas y la atención en
consulta externa el pasado 25 de septiembre. Preocupa que tanto la prensa como el gobierno
hallan hecho ver a los médicos del nosocomio en cuestión como haraganes y no
como defensores de la población ante un gobierno que se ha demostrado ser
inepto a la hora de atender las necesidades de salud de la población. Sin
embargo preocupa más la laxitud e indiferencia
con la que nuestro nuevo Ministro de Salud (quien probablemente sabe
poco de salud, puesto que es economista y no profesional de la salud) ha
propuesto que se solucione la crisis. Propuso cancelar Q12 millones de la deuda
y despedir a los médicos que no acataran su orden de atender. Dejadme explicar
porque estas dos medidas son inútiles y demuestran la ignorancia del Ministro
en cuanto el modus operandi del
sistema de salud.
Doce millones representan
apenas el 9.23% de los 130 millones de quetzales que adeuda el ministerio, yo
no soy economista (a diferencia del ministro) pero si alguien me debiera a mi
130 quetzales y me ofrece pagarme doce quetzales para que le deje de cobrar y
le vuelva a prestar aun sin haber
saldado la deuda, lo tomaría por loco y no le volvería a prestar de
nuevo. De la misma manera, su solución estoica y pragmática de simplemente
despedir a aquellos médicos que no atiendan es un error garrafal de su parte.
¿Por qué? Bueno, los médicos jefes de servicios y consultas son quienes
realmente tomaron la decisión de no atender hasta que hubiera insumos de nuevo.
Estos médicos usualmente son subespecialistas, la mayoría entrenados fuera de
Guatemala y dedicados al servicio de los guatemaltecos, si se les despidiese, sería
muy difícil hallar médicos con ese nivel académico y técnico tan alto, y que
además tengan la voluntad de servir a la población. ¿Servir a la población, no
son subespecialistas pues, han de ganar bien, o no? Un médico subespecialista
tiene cuanto menos doce años de estudio y en el sistema de Salud Publica
usualmente devengan sueldos que rondan los 3000 quetzales mensuales, lo que
quiere decir que ganarían más contestando llamadas en un Call Center que atendiendo consulta y operando, de tal manera que
despedirlos no solo sería contraproducente sino también demostraría como el
ministro realmente no sabe nada del sistema de salud de Guatemala ni de cómo
funciona.
De cualquier modo, no hay que
olvidar que quien sale perdiendo acá es el guatemalteco que acude a la consulta
externa del hospital para ser atendido. Él es a quien se le demorara su
consulta, su diagnóstico y su tratamiento.
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