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jueves, 19 de febrero de 2015

Marco Antonio Peñalonzo Benfeldt

Por
Alejandra Lucía Sosa Suárez
Médico y cirujano 

Para ser perfectamente honesta, el momento en el cual se dio a conocer las instrucciones sobre nuestra primera tarea, una simple pregunta desencadenó pánico como una primera respuesta: ¿Cuál es el científico más influyente y por qué? Me encontré pensando frenéticamente en las millones de posibilidades, en la vasta lectura científica que he realizado durante mi formación como médico, en toda aquella lectura que ha llamado mi atención a lo largo de los años y aun así no tenía ni idea de quién podría ser tal persona para mí. En este inmenso campo de la ciencia era necesario enfocarme únicamente en uno de estos científicos.
Pero luego de pensar en lo que para mí eran respuestas obvias, aquellas personas en la historia quienes tuvieron influencia en el pasado, consideré que aunque son muy importantes… ¿Qué hay del presente? Y así, lo que inició como un momento de aprensión, se fue convirtiendo en un reto y una gran oportunidad. Luego de llegar a la conclusión que quería encontrar a alguien en el presente que representara un científico influyente, casi inmediatamente me vino a la mente una gran persona: Marco Antonio Peñalonzo Benfeldt.

Nacido el 1 de abril del año 1952, graduado de la Universidad de San Carlos de Guatemala a sus 24 años como médico y cirujano, inicia su entrenamiento como cirujano general en el Hospital General San Juan de Dios en Guatemala, seguido de cirugía gastrointestinal y cirugía de tórax en el Hospital Civil de Estrasburgo, con sus respectivos reconocimientos por la Universidad Louis Pasteur en Francia. Antes de regresar a su país natal realiza una estadía en el servicio de Cirugía Endocrinológica del Profesor Charles Proye en el Hospital Universitario de Lille en Francia. Sediento de conocimiento continúa con varios cursos de posgrado a lo largo de su carrera, en distintas partes del mundo: México, Grecia, Francia, España, por mencionar algunos. Es miembro activo de distintas asociaciones y sociedades médicas nacionales e internacionales, aparte de estar involucrado en numerosas actividades académicas, docentes estudiantiles y profesionales. Ha sido acreedor de una vastedad de premios y distinciones en su área de especialidad y es expositor activo recurrente en renombrados congresos tanto nacionales como internacionales. A sus 57 años ya presentaba 56 publicaciones científicas en revistas médicas nacionales e internacionales, aparte de haber colaborado en la escritura de varios capítulos en libros de medicina.
Pero sus tantos logros académicos no es su única cualidad para ser considerado como un científico influyente; un gran científico por supuesto, pero la influencia no se da únicamente por ésta, debe haber algo más para poder otorgar a alguien esa cualidad. Para ser una persona influyente se debe tener la capacidad de modificar las percepciones de los demás. La respuesta del Dr. Peñalonzo al preguntarle sobre el reto médico, profesional y humanitario de los jóvenes médicos de hoy da una mejor idea de lo que un científico influyente debe ser: “Desde el punto de vista humanitario, deberán esforzarse por seguir formándose como personas en el marco de la sociedad donde vivan, para entender y respetar las idiosincrasia, costumbres y creencias de los pacientes que atiendan. Igual de importante será compaginar su actividad profesional con una vida familiar plena, por la que deberán luchar, cambiando paradigmas y mitos sobre las prioridades en la vida del cirujano.” Una persona, cualquiera que sea su campo, debe valer no sólo por sus logros profesionales, sino por sus valores, por el respeto a la diversidad, respeto a la vida, los derechos y de la misma manera vivir una vida personal plena para poder tener su propia búsqueda de la felicidad, antes de pensar ser una influencia para los demás, debe ser una persona ejemplar.

Siempre se busca los grandes en otras partes, otras épocas y países… ¿Por qué? O quizás más que el preguntarnos el por qué, deberíamos cambiar las energías enfocarnos en ver a nuestro vecino y aprender de sus grandezas. ¿Cómo esperar destacar en los ojos de otros países si ni siquiera sus mismos habitantes lo hacen? Es hora de empezar, por lo tanto me vi en la tarea de buscar una persona influyente en este momento y en que mejor lugar que en nuestra cultura.
Aunque a sus 62 años no se encuentra dentro de la definición de joven, me parece una edad corta para su gran cantidad de logros.  Invito a toda aquella persona que tenga curiosidad por conocer todos los logros de este increíble científico, para darse cuenta que no es necesario buscar en el pasado ni en otros países para encontrar grandeza y excelencia. Tenemos todas las herramientas, es hora de ver en Guatemala el potencial existente y apoyarlo.


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