Por
Boris Alexander Martínez Recinos
Médico
y Cirujano
Me encontraba atendiendo la consulta externa de mi trabajo
con madres de niños desnutridos del corredor seco del país, pero este día no
fue del todo normal. Luego de brindar
atención, evaluar su estado médico y nutricional, extender recetas y dar las
recomendaciones necesarias a varios niños, una de las madres a quien recomendé la
aplicación a su hijo, de la vacuna contra sarampión, paperas y rubéola (SPR),
me cuestionó sobre la seguridad de la vacuna y la incertidumbre sobre su
aplicación, pues había escuchado en programas de televisión que predispone a que
los niños padezcan problemas de autismo, cambios conductuales y en etapas
posteriores de la vida, la enfermedad de Alzheimer.
Debo decir que la pregunta de la madre me sorprendió,
pues en la práctica generalmente nadie cuestiona las vacunas; sin embargo esta
madre deseaba tener la certeza de alguien capacitado para explicarle.
He de citar que este tipo de desconfianzas surgen en
la población mundial en el año 1998, luego de que el Dr. Andrew Wakefield quien
trabajaba en Hospital Santa María de Londres publicó los resultados de su
estudio en la revista The Lancet, en
los cuales establecía una relación entre la administración de la vacuna SPR y
el desarrollo posterior de autismo y enfermedad intestinal en niños.
Años después, pese a los intentos de varios
investigadores de reproducir los resultados encontrados por Wakefield y
confirmar su hipótesis, nadie encontraba resultados similares. Se realizó un
análisis detallado de dicho estudio, encontrando que estaban basados en muy
pocos casos, su diseño y metodología eran inconsistentes para probar su
hipótesis, el estudio fue llevado a cabo sin la aprobación de un panel de ética
y además se identificaron serios conflictos de interés financiero por parte del
investigador. En el año 2010 el panel
del Concilio General de Medicina de Gran Bretaña determinó que Wakefield había
actuado de forma deshonesta, irresponsable y en contra de los intereses de sus
pacientes, por lo que su licencia fue removida y sus publicaciones anuladas.
Sin embargo, luego de la publicación de los hallazgos
de Wakenfield las tasas de inmunización en países como Estados Unidos,
Inglaterra e Irlanda entre otros, se vieron seriamente disminuidas, con un
aumento en los casos de sarampión y rubéola en los mismos lugares, resultando
en serias complicaciones e incluso la muerte de pacientes; que aún hoy continúa
generando desconfianza entre la población. Las vacunas protegen a nuestros
niños, personas ancianas y pacientes con inmunodeficiencias de sufrir enfermedades
infecciosas, la tasa de inmunizaciones nos coloca en un nivel en que las
epidemias podrían resurgir,. Aunque no puede asegurarse que las vacunas no tengan
efectos adversos, debemos informar y aclararlo a la población.
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