Por
Fredy Geraldo Ríos Borrayo
Méidco y cirujano
Las investigaciones acerca de los beneficios de
la actividad física y el deporte suelen estar enmarcadas dentro del discurso
médico, que propende por la práctica de deporte con miras a disminuir la
probabilidad de ocurrencia de patologías de origen cardiaco, respiratorio,
metabólico, entre otras. Si bien estos discursos son importantes, por mucho
tiempo se ha desconocido, o al menos no se ha reconocido la importancia del
deporte en otros contextos de la vida humana. Se hace evidente los beneficios
que el deporte tiene en cuanto a procesos de socialización, procesos mentales,
rendimiento escolar y mejoramiento de la calidad de vida de las personas que lo
practican.
En el contexto latinoamericano se hallan cifras
bastante preocupantes que estiman que más de un cuarto de la población mayor a
los 14 años no practica una actividad física o deporte. Uno de los estudios más
reciente, realizado en Argentina, encontró que aproximadamente el 60% de los
varones y el 75% de las mujeres de entre 25 y 70 años no realizan actividad
física regularmente (Argentina en movimiento, 2000).
Un 20% del presupuesto destinado a los
organismos y entidades relacionadas a la salud, podría ser evitado si se lograra
cambiar este estado de situación, con programas y proyectos que favorezcan el
desarrollo de dichas actividades.
Existe evidencia importante que sugiere que la
práctica de una actividad física puede mejorar las funciones cognitivas y
propiciar un mejor bienestar en personas que padecen de alguna enfermedad
mental, como es el caso de un trastorno de ansiedad, depresión o estrés.
También se han determinado los beneficios que puede tener sobre el rendimiento
académico de niños escolares (Hanneford 1995).El ser físicamente activo puede
también reducir las conductas auto-destructivas y antisociales en la población
joven. También, puede observarse la actividad física como un elemento protector
para la aparición de trastornos de personalidad, estrés laboral o académico,
ansiedad social, falta de habilidades sociales, disminución del impacto
laboral, social y familiar del estrés postraumático.
Desde hace bastante tiempo se presumía que la
actividad física podría tener relación con una mejoría de los procesos cognitivos
que tienen su origen en el cerebro, pero gracias a una serie de estudios
desarrollados por la Universidad de Illinois, en los Estados Unidos, esta
suposición terminó siendo una comprobación empírica que arrojó como resultado
que, efectivamente, a mayor actividad aeróbica, menor degeneración neuronal.
Por ejemplo en 1999 los mismos científicos que
realizaron el estudio de la Universidad de Illinois observaron que un grupo de
voluntarios -que durante 60 años llevaron una vida muy sedentaria-, tras una
caminata rápida y sostenida de 45 minutos durante tres veces a la semana,
lograron mejorar sus habilidades mentales, las cuales suelen declinar con la
edad.No debe olvidarse entonces que el ejercicio físico ayuda a conservar en
mejores condiciones la función cognitiva y sensorial del cerebro.
Muchas personas concluyen que el deporte y la
actividad física engeneral permiten verificar que, sin duda, la comunidad local
considera que el deporte es un instrumento poderoso de transformación social y
que existe en él un elemento importante para el desarrollo de los individuos,
el niño, y el adolescente, además del aspecto de la socialización. Además,
parece que los valores culturales, las actitudes sociales y los comportamientos
individuales y colectivos aprendidos en el marco de las actividades deportivas,
vuelven a encontrarse en otros campos de la vida como el trabajo y las
relaciones familiares.
La actividad deportiva puede considerarse un
elemento central y fundamental en los programas de promoción de la salud para
poblaciones infanto-juveniles con y sin patologías específicas -como las
dificultades de aprendizaje, los síntomas de hiperactividad, algunos casos de
deficiencia mental y conducta disocial-. Una vez más, solo una perspectiva
sistémica bio-psico-social-ambiental del ser humano permite entender que las
diferentes funciones fisiológicas y cognitivas están interrelacionadas y que
cambios o modificaciones positivas en algunas de ellas van a repercutir en
cambios y modificaciones en esferas diferentes del organismo humano.
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