Por
Catherine Aracely Guerra
Médica y cirujana
La OMS estima que hay
aproximadamente mil millones de personas que padecen alguna enfermedad tropical
desatendida. La mayoría son personas pobres, que viven en áreas rurales de
países en desarrollo. Este grupo de enfermedades casi no recibe atención
ni recursos pese a su magnitud e impacto socioeconómico, además de que dan
lugar a discapacidades, disminuyen la calidad de vida y pueden causar la
muerte. La falta de recursos disponibles para el tratamiento de estas
enfermedades, afecta directamente el desarrollo de tratamientos y vacunas para
prevenirlas, de modo que, por ejemplo, no se ha desarrollado ningún medicamento
efectivo para la enfermedad de Chagas en 40 años. A nivel internacional estas
enfermedades tienen escasa visibilidad, ya que están asociadas a factores
ambientales y geográficos que no son comunes en países industrializados, además
no forman parte del ámbito de intereses de las farmacéuticas ya que el mercado
no ofrece incentivos debido a que la mayoría de enfermos son de escasos
recursos. En Guatemala, contamos con varias de estas enfermedades, entre las
que se haya, el dengue, Malaria, parasitismos intestinales, Chagas, Filariasis
y recientemente la Chikungunya.
En Latinoamérica hay 8
millones de personas infectadas con Chagas y se infectan de 50 a 100 millones
de personas anualmente de dengue. Sin embargo no se ha desarrollado ningún
medicamento efectivo para tratar la enfermedad de Chagas desde hace 40 años y su
uso pediátrico y/o perinatal no es seguro, no hay antiparasitarios que se
puedan utilizar seguramente en niños menores de dos años, no se a desarrollado
ningún tratamiento o vacuna para el dengue o la Chikungunya. Pero como reza el
dicho, allí donde hay necesidad, está la oportunidad. La Universidad de San
Carlos de Guatemala cuenta con profesionales altamente calificados en las ramas
de química farmacéutica, química biológica y medicina, además de la obligación
con el pueblo de Guatemala de ofrecerles soluciones. Solo nos falta un poquito
de voluntad, ¿política? Sin duda, pero también hace falta voluntad por parte de
los profesionales. Creo que el hecho que la mayoría de enfermos sean de áreas
rurales y pobres no solo desincentiva a las empresas farmacéuticas internacionales
de desarrollar medicamentos, también los profesionales nacionales no se sienten
atraídos.
Los guatemaltecos ya hemos
hecho historia en relación a las enfermedades tropicales, el Dr. Rodolfo Robles
en el año de 1917, observo, comprobó y expuso posteriormente que en Guatemala
había Oncocercosis, pero además describió por vez primera, su modo de
transmisión, ofreciéndole al mundo el conocimiento necesario para prevenir
dicha enfermedad. Es ahora nuestra obligación seguir su trabajo y ofrecer un
tratamiento a nuestro pueblo.
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