Por
Alba Khin
Médica y cirujana
Según
un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) En el año 2012 14.1
millones de adultos fueron diagnosticados con cáncer y se registraron 8.2
millones de muertes por esta enfermedad. El cáncer de mama se encuentra entre
la segunda causa de morbilidad por cáncer en el mundo y en Guatemala según
datos del Instituto de Cancerología, el número de casos de cáncer de mama
detectados anualmente ha aumentado gradualmente desde 200 registrados en 1998
hasta 415 en 2011, representando un aumento de 108% en 14 años y es el segundo
tumor maligno más frecuente en mujeres guatemaltecas. Su incidencia está
aumentando en países en vía de desarrollo como el nuestro debido al aumento en
la esperanza de vida, incremento de la urbanización y adopción de estilos de
vida saludable.
Según
la OMS en los países como Guatemala con bajos a medianos recursos que enfrentan
la carga tanto de cáncer de mama como el cervical necesitan implementar
intervenciones para mitigar estas enfermedades que con un tamizaje adecuado
pueden ser detectadas en etapas tempranas, una de ellas que ha estado siendo
estudiada desde hace varios años, es la adición a la dieta de suplementos de
vitamina D, ya que varios estudios han encontrado que un nivel de 52 ng/ml de
esta podría disminuir el riesgo de padecer cáncer de mama así como la
mortalidad por esta neoplasia, ya que su forma activa, el calcitriol, no sólo
juega un papel importante en el control del calcio y homeostasis, también actúa
en células de una variedad de tejidos para promover la inhibición de
proliferación e inducción de la diferenciación celular. A pesar de ser algo
conocido desde hace varios años, en el país aún no existen estudios acerca de
niveles de esta vitamina para conocer si en efecto su deficiencia podría asociarse
a una mayor incidencia de la enfermedad nuestra
población y además, no se miden de manera rutinaria los niveles de la misma en
las pacientes diagnosticadas con la enfermedad como para considerar si esta
juega un factor pronóstico.
Por
lo tanto, la realización de estudios respecto a esta vitamina permitiría
generar evidencia suficiente para la suplementación rutinaria de alimentos de
acceso a la población general como ocurre con el yodo en la sal y la vitamina A
en el azúcar, para disminuir la incidencia de cáncer de mama en nuestra
población y abrir puertas a estudios de valor pronóstico de la misma para uso en el tratamiento de las pacientes con
esta enfermedad.
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