Por
Marcos Rubén Canastuj
Médico y cirujano
La obesidad es una
enfermedad crónica que se define como una acumulación excesiva de grasa
corporal y tiene su origen en muchos factores. Se trata de una enfermedad
metabólica muy prevalente en los países desarrollados y un importante factor de riesgo para desarrollar ciertas
patologías y alteraciones, como resistencia a la insulina,
diabetes, hígado graso, alteraciones en los lípidos plasmáticos e hipertensión
arterial entre otras.
Las pautas tradicionales
para la prevención y el tratamiento de la obesidad incluyen el seguimiento de
una dieta hipocalórica y la práctica
de actividad física moderada a largo plazo. No obstante,
la eficacia de estas estrategias es limitada y el éxito conseguido no siempre
es el deseado. En este contexto, incluir en la dieta ingredientes
funcionales abre nuevas perspectivas de tratamiento.
Los fibratos son un grupo de fármacos que activan
los receptores nucleares PPAR-alfa (peroxisome proliferator-activated receptor
alfa) y la transcripción de distintos genes que actúan sobre el metabolismo
lipídico. Su efecto fundamental es disminuir los triglicéridos plasmá- ticos un
20-50%, con aumento del 10-15% del cHDL y un efecto poco importante sobre la
concentración del cLDL que, incluso, pueden aumentar.
Las estatinas, inhibidores del enzima
3-hidroxi-3-metilglutaril coenzima A reductasa, son fármacos fundamentalmente
indicados para reducir el cLDL (colesterol malo) y aumentan un el cHDL (colesterol
bueno) y reducen también la síntesis de lipoproteínas de muy baja densidad
(VLDL) y, con ello, los triglicéridos plasmáticos.
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