Por
Lucía Mariela Marroquín Ramírez
Médica y cirujana
El diagnóstico de un mal incurable e
inusual suele ser una novedad aterradora y confusa para un paciente. En ocasiones, coexisten dos o más de estos
males; como el VIH y la hipertensión pulmonar.
El VIH, a diferencia de otros virus, el cuerpo humano no puede
deshacerse de éste; condenando a aquellos que lo tienen, a tenerlo de por vida.
La hipertensión pulmonar también puede
considerarse un mal incurable, ya que muchas veces los pacientes únicamente
podrían beneficiarse de una intervención quirúrgica, como el trasplante de
pulmón, o de corazón y pulmón. Es una
enfermedad en la cual las arterias de los pulmones son más angostas de lo normal,
lo que dificulta el paso de la sangre a través de los vasos; provocando que la
presión de la sangre en la arteria pulmonar se eleve más de los niveles
normales. Los síntomas que ocurren con
hipertensión pulmonar es la falta de aliento durante el esfuerzo físico; además
de mareos, desmayos, hinchazón en piernas o abdomen; piel y labios de color
azul, e incluso puede haber dolor de pecho y palpitaciones.
En la actualidad, la hipertensión
pulmonar puede presentarse con frecuencia en pacientes con VIH. Hasta el momento se desconoce la forma en que
el virus per se puede causar
hipertensión pulmonar. Sin embargo,
existe el conocimiento acerca de los factores de riesgo (uso de drogas
intravenosas, enfermedades del hígado y trastornos de la coagulación) en
pacientes con el virus, que predisponen al desarrollo de hipertensión
pulmonar. Debido a que el tratamiento
para el VIH ha sido exitoso, se ha visto un aumento en la proporción de
individuos que presentan enfermedades de tipo crónico, como la hipertensión
pulmonar. Se ha determinado que los
pacientes tienen moderado a alto riesgo de padecer enfermedad cardiovascular
luego de 10 años de haber iniciado el tratamiento para el VIH.
La hipertensión pulmonar es hasta 500
veces más frecuente en pacientes con VIH.
Para diagnosticar esta enfermedad, se necesita un alto grado de sospecha
clínica y una evaluación meticulosa. Hasta hoy, no hay datos en nuestro país, que
indiquen cuántos pacientes viven con ambas enfermedades; tampoco se conocen las
características de la población que la padece, los síntomas clínicos que
presentan, su estado inmunológico, y los hallazgos que se pueden ver al
realizar un ecocardiograma. Razón por la
que he considerado importante diseñar un estudio que nos proporcione el
conocimiento suficiente, acerca de la coexistencia de estas enfermedades y sus
características, para el diagnóstico y tratamiento temprano de la enfermedad de
origen cardiovascular.
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