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viernes, 18 de septiembre de 2015

Coexistencia de males incurables. Realidad en nuestra población!


 Por
Lucía Mariela Marroquín Ramírez
Médica y cirujana
El diagnóstico de un mal incurable e inusual suele ser una novedad aterradora y confusa para un paciente.  En ocasiones, coexisten dos o más de estos males; como el VIH y la hipertensión pulmonar.  El VIH, a diferencia de otros virus, el cuerpo humano no puede deshacerse de éste; condenando a aquellos que lo tienen, a tenerlo de por vida.  La hipertensión pulmonar también puede considerarse un mal incurable, ya que muchas veces los pacientes únicamente podrían beneficiarse de una intervención quirúrgica, como el trasplante de pulmón, o de corazón y pulmón.  Es una enfermedad en la cual las arterias de los pulmones son más angostas de lo normal, lo que dificulta el paso de la sangre a través de los vasos; provocando que la presión de la sangre en la arteria pulmonar se eleve más de los niveles normales.  Los síntomas que ocurren con hipertensión pulmonar es la falta de aliento durante el esfuerzo físico; además de mareos, desmayos, hinchazón en piernas o abdomen; piel y labios de color azul, e incluso puede haber dolor de pecho y palpitaciones.
En la actualidad, la hipertensión pulmonar puede presentarse con frecuencia en pacientes con VIH.  Hasta el momento se desconoce la forma en que el virus per se puede causar hipertensión pulmonar.  Sin embargo, existe el conocimiento acerca de los factores de riesgo (uso de drogas intravenosas, enfermedades del hígado y trastornos de la coagulación) en pacientes con el virus, que predisponen al desarrollo de hipertensión pulmonar.  Debido a que el tratamiento para el VIH ha sido exitoso, se ha visto un aumento en la proporción de individuos que presentan enfermedades de tipo crónico, como la hipertensión pulmonar.  Se ha determinado que los pacientes tienen moderado a alto riesgo de padecer enfermedad cardiovascular luego de 10 años de haber iniciado el tratamiento para el VIH.

La hipertensión pulmonar es hasta 500 veces más frecuente en pacientes con VIH.  Para diagnosticar esta enfermedad, se necesita un alto grado de sospecha clínica y una evaluación meticulosa.  Hasta hoy, no hay datos en nuestro país, que indiquen cuántos pacientes viven con ambas enfermedades; tampoco se conocen las características de la población que la padece, los síntomas clínicos que presentan, su estado inmunológico, y los hallazgos que se pueden ver al realizar un ecocardiograma.  Razón por la que he considerado importante diseñar un estudio que nos proporcione el conocimiento suficiente, acerca de la coexistencia de estas enfermedades y sus características, para el diagnóstico y tratamiento temprano de la enfermedad de origen cardiovascular.

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