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viernes, 18 de septiembre de 2015

La calidad de vida del paciente diabético


Por
Edith Regina Reynoso V.
Silvia Gabriela Alvarez R.
Médicas y Cirujanas.

La diabetes es una enfermedad crónica que se ha convertido en un problema de salud pública en Guatemala. Es una de las principales causas de morbilidad en nuestro país, y sus complicaciones constituyen una de las causas más frecuentes de muerte y de utilización de los servicios de salud a nivel primario, secundario y terciario, tanto en la consulta privada como pública (Díaz Moreira, 2014)(“Plan Estrategico 2014-2019 MSPAS Guatemala,” 2014).
Para los pacientes con diabetes, tanto la enfermedad como el tratamiento tienen un impacto significativo en muchos aspectos de su vida, como el trabajo, las relaciones interpersonales, el funcionamiento social y el bienestar físico y emocional. Los pacientes diabéticos no sólo necesitan integrarse a un régimen de tratamiento y vivir con él, sino que también están expectantes ante la posibilidad de las complicaciones de la enfermedad. Este impacto se expresa como “calidad de vida”(W K Redecop P R Stolk, E G Rutten , B Wolffenbuttel, W L Niessen., 2002)
El concepto denominado calidad de vida implica una evaluación  global que un sujeto hace de su vida con base en sus características personales (demográficas, valores, personalidad) y en factores externos dentro de los que se encuentran las enfermedades y su tratamiento. La calidad de vida relacionada con la salud incluye los ámbitos físico, psicológico y social de la salud vistos como áreas diferentes que  se van a ver influenciadas por las creencias, experiencias, expectativas y percepciones del paciente.
Las complicaciones agudas y crónicas de la diabetes mellitus, del mismo modo que su tratamiento, el cual es complejo, costoso, difícil de seguir y con efectos secundarios que molestan al paciente; pueden impactar la calidad de vida de quienes la padecen.
Guatemala es un país que epidemiológicamente se encuentra en la transición de enfermedades transmisibles a enfermedades crónico-degenerativas, esta transición ha provocado que nuestro sistema de salud pública no cuente con estrategias de tratamiento integrales de atención que evalúen el bienestar del paciente en todas sus dimensiones.

Debemos, como país, fortalecer los sistemas de atención primaria para tratar a pacientes con  enfermedades crónicas, no solo desde el enfoque farmacológico, sino psicológico, nutricional y educacional de manera que no solo se prolongue el tiempo de vida sino se garantice la calidad de vida del paciente.

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