Por
Ana Liz Orantes Areano
Médica y cirujana
La
Enfermedad Renal Crónica es un problema creciente de salud mundial. Se estima
que una de cada diez personas padece algún grado de la misma, según la
OMS. Recibir este diagnóstico implica
una modificación drástica del estilo de vida y un seguimiento y tratamiento
riguroso.
La
Enfermedad Renal Crónica implica un desgaste tanto físico como mental para los
pacientes y sus familiares. Se ha detectado una prevalencia de depresión y
ansiedad en los pacientes con tratamiento sustitutivo que oscila entre el
20%-100% según estudios.
Recientemente
se han dado a conocer con ahínco por los medios de comunicación las múltiples
consecuencias negativas; tanto para los pacientes con enfermedad renal, como
para el Instituto Guatemalteco de Seguridad Social (IGSS), ocasionadas por el
tratamiento inapropiado de Droguería Pisa.
Para
el mes de marzo, se atribuían a Droguería Pisa 54 casos de infección y 5
fallecimientos de pacientes que habían recibido tratamiento a su cargo.
Aún
desconocemos todas las consecuencias que tendrá el Caso IGSS-Pisa en los
pacientes con enfermedad renal y probablemente nunca lleguemos a conocer el
impacto psicológico que tendrá en los mismos y en sus familiares.
Inmediatamente
el impacto psicológico puede manifestarse como una pérdida de credibilidad a la
Institución. Sin embargo, se ha establecido que la depresión y ansiedad en
pacientes con enfermedad renal, pueden traducirse en reducción su calidad de
vida y aumento de su tasa de hospitalización por falta de apego al tratamiento.
El apoyo psicológico, en mi opinión, constituirá un factor importante en el
abordaje de estos pacientes; porque aunque
no sean evidentes las consecuencias inmediatamente, puede que tengan un alcance
mayor al que imaginamos.
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