Adrian
Ranferí Gil Rabanales
Médico y
cirujano
Especialización
en investigación científica
Escuela de postgrado de Ingeniería
Durante toda la historia de la
humanidad, la mama siempre represento la característica principal de feminidad,
simbolizando la maternidad y la sexualidad femenina. La glándula mamaria es una
parte importante de la morfología femenina y su desarrollo constituye una de
las características más destacadas de la diferencia sexual. A través de la historia,
la mama femenina ha sido constante motivo de atracción que, en forma reiterada,
aparece en los testimonios del arte como un elemento cargado de significados
religiosos, mágicos, antropológicos o estéticos.
Las
mamas son, sin duda, uno de los elementos más importantes de la belleza
femenina, símbolo de sexo y sexualidad humanas, emblema de la maternidad y zona
erógena por excelencia. Constituyen, por tanto una preocupación cardinal de la
silueta femenina el volumen y las formas de la mama; sobre todo en el que la
moda ha impuesto la proscripción del sostén, consciente como está la mujer de
que su conformación y turgencia constituyen un atractivo sexual especial.
La valoración estética del tamaño y la
forma de la mama femenina se halla íntimamente vinculada a factores históricos,
culturales y personales.
La emancipación social de nuestro
tiempo ha promovió la gran libertad sexual y una consecutiva formalización del
erotismo en las mamas de la mujer. El desnudo del torso ha invadido la
publicidad, el cine, la moda y, en general todas las formas de comunicación.
Esto nos revela que en el mundo contemporáneo las mamas tienen una connotación
erótica, que ha desplazado y atenuado su sentido de fecundidad y fertilidad
materna.
En
la época moderna, la mujer se ha convertido en el paradigma de la belleza. Su
cuerpo debe ser escultural y la proporción de los diámetros entre los senos, la
cintura y las caderas, debe acercarse a
las medidas de 90-60-90 centímetros que tanto persiguen las reinas de belleza.
El
contorno mamario ha sido extensamente retratado en las artes plásticas, en la
literatura y en la moda, y el concepto de belleza con respecto al tamaño y la
forma ideales de la mama ha cambiado a través de los tiempos, además de los
componentes psicológicos y emocionales, algunas deformidades de la glándula
mamaria también comprometen la esfera orgánico-funcional, acarreando problemas
de origen postural, circulatorio y respiratorio. Por lo tanto, cuando las
pacientes con deformidad mamarias buscan al cirujano plástico no se deben
interpretar las quejas solo como una preocupación estética, sino como una
necesidad de suavizar el descontento físico y el deseo de reintegrarse con la
propia autoimagen del paciente.
Sin embargo la
determinación de volumen de la mama que posee la paciente y del volumen que
quisiera tener es limitado ya que en la actualidad no hay unidad de criterios
que hayan sido científicamente comprobados y este cálculo de volumen ha sido
practicado empíricamente.
El objetivo común de todas las cirugías de mamas
estriba en una modificación del aspecto externo del órgano para conformarlo a
la sensibilidad estética del individuo, la cual, según los casos, consiste en
una reducción del tamaño, un cambio de la forma sin disminución de sustancia o
un agrandamiento del órgano. Al mismo tiempo transmiten a la paciente un
sentimiento de conformidad con el propio cuerpo y una sensación de seguridad en
las esferas social y erótica. El deseo de someterse a una cirugía plástica obedece
a factores personales variables según la situación individual. Así, una mujer
joven la solicitara impulsada por la decisión de mejorar sus atractivos en el
concurso sexual; en mujeres casadas o de cierta edad, el motivo básico depende,
en general, de consideraciones estéticas y de otras relacionadas con su
posición social o profesional, todo ello, como es natural, aparte la indicación
obligada en ciertas pacientes cuyas mamas
les ocasionan molestias estéticas.
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