José Carlos Monzón
Médico y cirujano
Especialización en
investigación científica
Escuela de postgrado
de Ingeniería
El cigarrillo electrónico fue lanzado al mercado desde
el año 2007 en Estados Unidos iniciando una revolución tecnológica en la
industria de la nicotina y el tabaco. Su crecimiento ha sido muy favorable
desde el punto de vista económico y en el año 2012 en Estados Unidos alcanzó la
monumental cifra de US$ 500 millones. Tuvo una rápida expansión a nivel mundial
y no tardó mucho para introducirse en Guatemala. Este novedoso artefacto consta
de una resistencia que calienta la nicotina liquida a través de un filtro que
lo convierte en vapor el cual se inhala y exhala en forma de “humo”. A su vez,
en el extremo opuesto, el dispositivo a medida que se inhala activa una luz LED
simulando un cigarrillo de verdad y dando el efecto autentico de fumar. Además
estos cigarrillos constan de una batería recargable y varios filtros con
sabores diferentes para cada gusto. Pero, y que hay del impacto a la salud?
Existe una extensa variedad de mensajes y eslóganes muy
creativos, dentro de los cuales se ha publicitado este producto, la mayoría
siendo de dudosa reputación. Para empezar muchos de los fabricantes y/o
distribuidores establecen que son absolutamente inocuos para la salud del
fumador otros incluso indican que funcionan como dispositivos para dejar de
fumar y que incluso están aprobados por la Administración de alimentos y drogas
de Estados Unidos, FDA por sus siglas en
ingles.
Existen un sinnúmero de artículos en internet, a favor
y otros en contra sobre los cigarrillos electrónicos sin embargo, la postura de
la comunidad científica con respecto a los beneficios y/o usos potenciales que
pueda tener este artefacto están lejanos de ser favorables o positivos.
Dado que los cigarrillos electrónicos son
relativamente nuevos, estudios sobre sus efectos a largo plazo se encuentra
todavía en proceso de realización por lo que hace falta evidencia científica
para establecer relaciones concluyentes entre el uso de los cigarrillos
electrónicos y los riesgos potenciales a la salud. Sin embargo a pesar de esto,
la FDA ha sido clara al establecer que los productos están siendo probados y
que hasta el momento no ha habido ninguna aprobación por parte de ellos para
definir un nivel seguro de uso y/o exposición al mismo. Asimismo tampoco han sido aprobados para comercializarse como una
terapia efectiva para dejar de fumar, por el contrario, su uso se ha extendido
por la falta de regulación, incuso se ha ligado al riesgo de mantener la
adicción a nicotina de personas propensas a dejar de fumar ya que funciona como
una artimaña para esquivar las leyes actuales de ambientes libres de humo de
tabaco, induciendo a más gente a seguir fumando. Además, aunque en menor
cantidad, se han encontrado sustancias carcinogénicas encontradas normalmente
en cigarrillos convencionales que pudieran representar una consecuencia nefasta
para la salud del consumidor.
Existen además otras implicaciones que superan el
enfoque de este artículo, sin embargo con lo anteriormente resaltado podemos
concluir que aunque hace falta evidencia científica que arroje resultados
concluyentes, la balanza se va inclinando más a la amenaza que a la ayuda que
un dispositivo como este pudiera contribuir.
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