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jueves, 29 de agosto de 2013

Entre Libros, machetes y rebosos.

Por
Walfer Martínez
Ingeniero agrónomo
Estudiante de especialización en investigación científica
Escuela de postgrado. Facultad de Ingeniería

En las Escuelas existen condiciones difíciles que dificultan el proceso de enseñanza, aprendizaje y evaluación, tales como la carencia de agua potable, deficiencia en el número y calidad de letrinas, patios de tierra, en días soleados aumenta la temperatura en aulas de lámina ó cuando llueve ya no se escucha lo que se habla,  ¡que difíciles condiciones para estudiar! 
En cuanto al número de maestros, he visto un maestro para los seis grados de primaria, en los buenos casos, porque en algunas aldeas no existe escuela, en fin, las carencias son múltiples.
Sin embargo las cosas que abundan cuando uno visita una escuela ha sido la sonrisa de los niños, los buenos días de esas caritas agradables, que ocultan la mala nutrición o los rasgos del clima frío, al tocar la manos  ásperas de campesino que se alistan para trabajar por la tarde, para recoger la leña, pastorear las ovejas o ayudar a la mama a cuidar a los hijos menores. La escuela es el espacio oportuno para olvidarse de esas tareas diarias, pero también para aprender a leer y escribir, ah, eso sí, también para firmar.
Dentro de estas condiciones, existen rayos de esperanza, sin duda alguna, siempre existen niños brillantes, activos, inquietos, los que levantan la mano, los que tienen dudas, los representantes del grupo, ¡que buena iniciativa!, que gran esperanza para Guatemala, la cual se diluye lentamente, cuál silueta del hombre en la neblina matutina.
Qué tristeza saber que el futuro de estos niños esta marcado como el agricultor de siempre, el campesino con el macheta al cinto, el sombrero cuna de sudor, y vestimenta con caricias de lodo y sonrisas pegadas de mozote.  La misma niña que desde  edad escolar la acompaña su gabacha o reboso, como si fuera el uniforme del lunes cívico, que la destina desde ya, a ser ama de casa, que torteará en la cocina llena de humo con el bebe en el reboso, después de miles de años no existe futuro que pensar, ya está marcado la vereda que nos conduce al terreno, el atajo siempre nos llevará a la cocina de humo.
El padre no visualiza la importancia que el niño estudie, ¿para qué? Si ya sabe leer y escribir, ya sabe firmar, ya sabe hacer cuentas, suficiente para estas comunidades de economías simples. Mientras los que quieren seguir estudiando, no tienen dinero para cubrir los gastos, los niños “Chispudos” de hoy serán integrantes del Consejo Comunitario de Desarrollo –COCODES, serán los integrantes de los Consejos Escolares, representantes de la comisión de apoyo en jornadas de vacunación,  los líderes que acompañaran a los técnicos de instituciones, a los encuestadores del INE, etc., qué gran mérito comunitario.

Para esas comunidades los libros de primaria, el machete y el reboso, es la ruta marcada por los padres y el camino que seguirán sus hijos.

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