Por
Danilo Torselli
Medico y
cirujano
Estudiante
Especialización en investigación científica
Escuela
de postgrado. Facultad de Ingeniería
Super hombre, carente de sueño, sin hambre, sin sentido del
cansancio, sin familia, es la imagen que acompaña a ese ser humano que cuando
lo necesitamos nos tiende la mano sin saber quien soy o de dónde vengo, es ese
individuo capaz de entender en mi lo que nadie mas supo comprender entre llantos y
amargura, dolor y soledad. De donde viene esta persona que jamás he visto? quien
a pesar de mi visita a deshoras se levanta entre bostezos y
tropiezos con una sonrisa para atender hasta el más ínfimo malestar que afecta
mi humanidad.
Si, es esa persona que hoy llamamos medico, ese simple ser humano
que escogió una camino en la vida donde el prójimo no da margen de error y
olvidamos que también sufre de hambre, sueño, cansancio y que tiene una familia
que lo espera, con ansias para saber de el todas las noches, es una persona que
abandona el egoísmo y acoge al prójimo.
Cuantas veces en la vida vemos a un médico y lo primero que
expresamos es su capacidad para continuar con una carrera
tan complicada, cuantas veces lo vimos
en una sala de emergencias correr con el
bocado en la boca para atender a un moribunda, me pregunto: ¿Cuándo dejamos de
ver a nuestros médicos como simples humanos?.
Vivimos en una sociedad donde la imagen que es plasmada a la
profesión nos marca más allá de la realidad, convirtiéndonos en títeres de las
palabras y objeto de crítica por el más simple error. Creo que si esto no
sucediera careceríamos de la características más intrínsecas,de la naturaleza
humana, donde la realidad se ve sujeta a la crítica de las masas sin importar
nada.
Saben, dentro de las historias escondidas y anécdotas de sala están
cada uno de los tropiezos que hemos tenido como médicos, situaciones que jamás
se han compartido con un paciente o un consultante. El médico es capaz de
trabajar hasta 48 horas sin dormir y comer poco y es ahí donde su capacidad
como humano se pone a prueba. Se han preguntado alguna vez ¿que sucede con ese
hombre cuando se marcha de la sala de emergencias, del servicio,
llegara sano a casa, comerá algo caliente?. Cuántos de nosotros hemos perdido la
conciencia en el volante por el cansancio acumulado, cuantos padecemos de
malestar gastrointestinal por la malas comidas y es ahí donde todo
converge donde dejamos de ser médico y nos podemos convertir en pacientes
cuando nuestro deber va mas allá de lo esperado y siempre sub-valorado. La
sociedad es egoísta porque siempre vela por el dolor propio y jamás por el del
prójimo.
El primer turno, en su mayoría, es el único que jamás
olvidaré: ese niño de 5 años que estaba jugando con su silbato y
sin notarlo se lo trago cortándole la respiración y horas después falleció en
la emergencia justo a unos centímetros de mi: La vida jamás te prepara para
estas situaciones, no sabes si llorar, rezar o marcharte pero mi querido lector
es ahí donde el verdadero medico se diferencia, porque tenemos el deber de velar al siguiente niño que aparezca.
Soy médico, joven lleno de metas y expectativas quien ha vivido
cada uno de los obstáculos que nos diferencia de las demás profesiones, donde
he conocido cada una de las amarguras que el ser humano puede
experimentar. No olvidemos que el médico
es un ser humano como cualquier otro, que sufre de calor y frío, y que no es un
super hombre, es tan frágil como cualquiera, que sufre de hambre, cansancio y
desesperación.
Venos tal y como somos con los mismo derechos y obligaciones como el
resto y que en el día menos pensado podemos estar a tu lado
acompañándote en una sala de emergencias, como parte de los pacientes en sala de espera.
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