Por
Aneliese Bocaletti
Médica y Cirujana
Especialización de
postgrado en Investigación Científica
Escuela de postgrado. Facultad de Ingeniería
Escuela de postgrado. Facultad de Ingeniería
La planificación familiar es el fundamento para el cumplimiento de los
derechos reproductivos y de la salud de hombres y mujeres de todas las
sociedades y culturas. La planificación familiar actualmente es capaz de
responder a las necesidades de cada individuo o pareja, es una herramienta útil
para llevar a la plenitud una vida sexual saludable y sin preocupaciones. ¿Pero
qué sucede cuando la cultura se interpone en la elección de métodos de
planificación familiar? ¿Cuántas mujeres realmente saben que son libres de
decidir el número de hijos que quieren tener y que pueden elegir el tiempo de
espaciamiento entre uno y otro? ¿Cuántas mujeres son discriminadas, sufren
violencia verbal o física por utilizar algún método de planificación familiar?
¿Cuántas mujeres arriesgan su salud teniendo varios hijos por mitos familiares,
religiosos o sociales y desinformación científica? Recuerdo los meses que compartí en una
comunidad en el interior del país durante mi práctica de Ejercicio Profesional
Supervisada Rural, o más comúnmente llamada como EPS rural, en los cuales tuve
la oportunidad en varias ocasiones de conversar con mujeres que no utilizaban
métodos de planificación familiar porque sus esposos, suegra o demás familia no
les daban permiso, porque creían que al no menstruar la sangre se acumulaba en
el útero y provocaba enfermedades, porque los hombres creían que la
planificación familiar es para las mujeres y la vasectomía no es una opción,
porque la religión no les permite usar métodos anticonceptivos y muchas otras
creencias acerca de la planificación familiar.
Cuando las mujeres establecen mitos es difícil convencerlas de lo
contrario, en especial el peso de lo malo por encima de los beneficios como por
ejemplo que la menstruación se interrumpa por la inyección que a la vez provoque
enfermedades, o que sea causa de infidelidad,
que el condón disminuya el placer en el hombre, o que la vasectomía provoque
perdida de hombría o disminuya la erección, que el uso de anticonceptivos provoque
infertilidad o la ligadura de trompas produce locura o que después de la primera eyaculación, el
semen ya no puede embarazar a la mujer en la segunda.
Cabe mencionar que los estudios demuestran factores predisponentes a mitos
en la planificación familiar así como educación, lugar de residencia, nivel
socioeconómico, cultura del lugar y creencias religiosas. Es por esto que los
mitos que para algunos guatemaltecos son realidad, para algunos otros son
meramente disparates. Los mitos o “historias de abuelita” corren de boca en
boca y de generación en generación, yo podría decir que son como un conjunto de
teorías que solamente tratan de explicar todo lo que desconocen o ignoran por
falta de noción acerca del funcionamiento del cuerpo y en particular de los
órganos sexuales. La conciencia moral y prejuicios respecto al sexo y la
sexualidad hacen que las personas tengan más dificultades de hablar del tema o
de informarse. Y aunque todos saben que una relación sexual entre un hombre y
una mujer puede tener como resultado un embarazo muy pocos realmente saben
exactamente cómo es que esto sucede y esto dificulta el entendimiento de cómo
actúan los métodos anticonceptivos. Las madres solteras, mujeres con 5 hijos o
más, niños huérfanos, enfermedades de transmisión sexual, muertes maternas, complicaciones
durante el embarazo, cáncer de cérvix y los embarazos juveniles son algunas
consecuencias entre las mujeres de nuestra sociedad, sin embargo todos pueden
ser prevenidos y evitados si con métodos de planificación familiar. Es
increíble el peso de la opinión masculina en la elección o no del método y el
sentimiento de culpa que recae en las mujeres. En mi experiencia en el EPS
rural, era común que las mujeres reportaran dolor de cabeza, astenia,
amenorrea, cólico menstrual, alteraciones en el sangrado menstrual, entre
otros. Estas molestias causan desconfianza e incomodidad entre las mujeres con
los métodos anticonceptivos, y como resultado se dé el incumplimiento del uso
de los mismos. Esto podría prevenirse si los proveedores de salud estuvieran
capacitados para brindar información y educación sexual adecuada para que las
mujeres usuarias de métodos anticonceptivos estén avisadas de estos efectos
secundarios y disminuyan su alarma, incomodidad y mitos acerca del uso de los
métodos de planificación familiar y las consecuencias que ellas perciben. Mi
punto de vista indica que la planificación familiar constituye una elección individual
o de pareja que debe ser resuelta con base en la diversidad de hábitos y estilos
de vida. Todas las necesidades deben ser resueltas por el método elegido, y con
previa información y explicación de la fisiología básica para comprender forma en que actúan tales
métodos. Tristemente la población esta desinformada sobre reproducción y
sexualidad, de tal cuenta la planificación familiar se convierte en mito,
percepción o un disparate de la desinformación.•
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